18.3.24

Pintar las ideas, soñar el humo

 



Soñé anoche con la cabeza calva de Foucault elevándose entre las otras cabezas en una muchedumbre a las puertas de una especie de estadio o de templo del tamaño del universo. El gentío no ocupaba en mi sueño una superficie a tener en cuenta. Los sueños tienen una topografía, un territorio estimable. Foucault gritaba "El hombre ha muerto, el hombre ha muerto". Nadie le hacía caso, debo decir. Ni yo mismo. A saber dónde estaría yo en el sueño. No hay un lugar en el que poder estar en los sueños. Suceden con la distancia de las cosas ajenas. Tal vez por eso podemos descarriar la mesura y convertirnos en el cafre que siempre echamos de menos o en el atrevido que por fin pone la mano en el muslo de la persona a la que ama o, con menor arrullo romántico, la que ha enfebrecido su pacata disposición natural al cortejo. No volví a ver la cabeza calva de Foucault ni escuché que vocinglara eslóganes posmodernos. Hacia la mitad del sueño, recuerdo a mi madre pedirme que no volviera tarde. Esta mañana he buscado entre las baldas algún libro de Foucault. Como no es lectura recurrente, tardé en dar con él. Lo he devuelto con resuelto entusiasmo. Ojeado, me ha parecido inabordable. No sé las razones por las que el deseo hizo que lo comprara. Se tiene de lo que uno hace la idea de que algún motivo alentaría su acometimiento, pero no he entendido el de ese libro (Esto no es una pipa, Anagrama). Estas cavilaciones me han acompañado parte de la mañana. Hacía las cosas propias de la casa y la cabeza calva de Foucault me perseguía como si estuviera a punto de embestirme. "El hombre ha muerto, el hombre ha muerto". Como lo del libro de la pipa va de Magritte, que me encanta, he decidido darle esta tarde una oportunidad. Lo tengo tres baldas más abajo, en la sección de "libros que están a punto de ser leídos", digamos. Ese departamento de mi biblioteca amenaza paradójicamente con ser mayor que la biblioteca misma. Cualquier día me da por soñar con la pipa de Magritte. La calva de Foucault ha sido decididamente un fiasco de sueño. El pintor belga da más juego que el filósofo francés. Una pipa que no sea una pipa de verdad no será nunca una pipa, perdonadme la insistencia. En ese hilo de las cosas, un sueño no será un sueño. Las imágenes nos traicionan. En la representación de la realidad no se puede fumar una pipa, podríamos decir. La literatura es un artefacto mágico. Hace que no precises una pipa para que percibas la elocuencia de su humo. 

17.3.24

Soliloquio del dormido

 una hemorragia cándida y dulce vacía mi cuerpo, desaloja primero la voz, luego me arresta en el hueco del sueño, ahí hago sutiles navegaciones elementales, cubro distancias de azúcar, paisajes de plástico, extensiones que a mi paso se ondulan y arquean, se pierden y súbitamente ocupan el entero paisaje sobrevenido, turgentes, plenas, respirando con un pulmón de dios, con un pulmón secreto, el aire sublime de toda esta pereza increíble, no obstante agoniza, enmudecida por el vértigo de los días, la inspiración, el sueño es un bosquejo rudimentario de otro sueño, la palabra es un palimpsesto de otra palabra, la luz es el eco de otra luz, la soledad salda cuentas atrasadas con el poeta a solas con su palabra, el poeta no tiene otra cosa que palabra, la palabra escoltando palabras, una ruta que casi nunca da en el blanco de la idea, pero la merodea, la asedia, la incomoda en lo que puede, la noche con alas como un arco tensado sin júbilo ni excesos galopa furiosa la espalda, furiosa, encabritada y libre, cercada por el aire, libando la piel, hurgando adentro, buscando el alma en la carne expuesta, abrevando la voz en la superficie perfecta de un gemido


16.3.24

3 maniobras de meditación


el tren medita perderse en la distancia 

*

al alma la astilla el tiempo o su eco, la voz es una estría, la piel es una sílaba suelta

*

uno se va muriendo sin darse cuenta, uno se va yendo sin aviso, uno deja de ser uno y pasa a ser una breve sustancia, olvido, la tímida evidencia de un gesto, uno se queda al final en gestos, en la noticia de que en ellos es en donde realmente estábamos

15.3.24

La piel


 La piel es una novela. Se lee sin que las palabras la cuenten. A veces parece rusa del diecinueve, uno de esos mamotretos de peso enfermizo y largos pasajes dramáticos. Se ven el rigor y la intemperie cruda cuarteándola. Si llegamos a viejos, se apreciará el frío y la niebla. Si no, por el esplendor de pronto truncado, parecerá una de aventuras, un volumen de huidiza ligereza que se despachan con brioso ánimo, sin que cale ni conmueva. El tiempo manuscribe sus renglones con azaroso y voluble empeño. Es de nosotros de quien narra. Es nuestra la trama hasta que con su finiquito es de otros el recado de que no se olvide. 

13.3.24

Elogio de la desviación



Se tiene una idea confusa de la creatividad, se cree que es un añadido a la realidad o una herramienta que la expurga o la acicala, cuando es su esencia. A decir de los científicos, hubo un momento en que la naturaleza se inclinó al orden, debiendo haber sido más sencillo elegir el caos. Hay un patrón secreto, una manera predecible de entender la realidad, pero el placer está en el reverso de ese patrón, en lo que esa pauta dejó de lado, todo cuanto no quiso que fuese suyo y fluyese sin gobierno, a consideración de quien lo apreciara. En la vida, pasa tres cuartos de lo mismo. Uno cree que lo importante es cumplir lo que se espera, obedecer y firmar en un registro, para que nada se descarríe ni se aparte de la norma. Uno contribuye en lo que puede al ajuste de todas las piezas y se procura entenderlas, pero tiene algo de hermoso el caos. Está ahí toda la belleza, disimulada, consciente de que el que la busque debe esperar el concurso del azar. La belleza irrumpe caprichosamente. Puede imponerse un aprendizaje, pero se accede a ella al antojo de la fortuna, guiado por su voluble dedo. Crear es siempre una desviación. Todo lo que amamos es un apartarse lírico, un vuelo ciego, un andar sin porqué.


Pintar las ideas, soñar el humo

  Soñé anoche con la cabeza calva de Foucault elevándose entre las otras cabezas en una muchedumbre a las puertas de una especie de estadio ...